La privatización de las redes sociales

por | Oct 25, 2021 | Blog

En 2015 Mark Zuckerberg fue recibido con honores en la Casa de Nariño. El propósito de su visita fue lanzar en Colombia internet.org, “una iniciativa liderada por Facebook para promover el acceso gratuito a internet desde celulares de baja gama.” Muchos consideraron que ese gesto de filantropía lo que en realidad buscaba era ganar más clientes.

En ese entonces las acusaciones contra Facebook se referían principalmente a la violación de la privacidad, el uso indebido de los datos personales y el abuso de su poder de dominio. Hoy el panorama es mucho más complejo para ese club de casi 3.000 millones de amigos.

La indebida intromisión en la elección de Trump gracias a la filtración de datos a Cambridge Analytica; la tolerancia con los mensajes de odio que propiciaron el ataque al Congreso de Estados Unidos al comienzo de este año; las acusaciones de los graves daños que Instagram -controlada por Facebook- puede estar causando a los adolescentes y los múltiples procesos judiciales, tanto en su país como en Unión Europea, por violación de las normas de competencia. Además, el gobierno de Biden tiene en la mira a las Big Tech.

Con todo, es posible que Zuckerberg logre capotear el temporal, gracias a la infinita capacidad de lobby y a la acertada defensa jurídica de sus abogados. Sin embargo, ya empiezan a verse señales de que, además de razones legales y éticas, pueden existir motivaciones ideológicas y de mercado para que termine la edad de oro de las redes sociales como existen hoy.

La acogida a Truth, la red social que acaba de lanzar Trump, evidencia que una buena parte del público prefiere interactuar solo con quienes tengan sus mismas pasiones y fobias. La “privatización” de las redes no es una idea nueva. En 2015 se lanzó Raya, una red social a la que solo se puede ingresar previa solicitud y un rígido proceso de selección. El trámite puede durar más de dos años y quienes por fin son admitidos quedan sometidos a un estricto código de silencio; nadie puede revelar su membresía ni la de los demás privilegiados que al parecer no son más de un millón. Es la atomización de la burbuja.

Juan Carlos Gómez Jaramillo

El Espectador – La privatización de las redes sociales